Mantener una buena hidratación no solo mejora el rendimiento físico, sino también la concentración, la digestión y hasta el estado de ánimo. En este artículo, exploramos por qué el agua es tan vital, cómo detectar la deshidratación y qué hábitos ayudan a mantener el equilibrio hídrico del organismo.
1- El agua: base del funcionamiento corporal
El cuerpo humano está compuesto en un 60% de agua aproximadamente, aunque este porcentaje varía según la edad, el sexo y la composición corporal. Este líquido participa en casi todos los procesos vitales:
- Regula la temperatura corporal mediante la transpiración.
- Transporta nutrientes y oxígeno a las células.
- Elimina desechos a través de la orina y el sudor.
- Lubrica articulaciones y protege tejidos.
- Favorece la digestión y la absorción de nutrientes.
Sin una hidratación adecuada, el cuerpo no puede realizar estas funciones de forma eficiente, lo que puede derivar en fatiga, dolores de cabeza, mareos y, en casos extremos, complicaciones más graves.
2- Cuánta agua necesita el cuerpo
Aunque la cantidad ideal varía según la persona, el clima y el nivel de actividad, los especialistas suelen recomendar entre 2 y 2,5 litros de agua por día para un adulto promedio. Sin embargo, más que contar vasos, lo importante es escuchar las señales del cuerpo.
Algunas situaciones aumentan la necesidad de líquidos, como:
- Actividad física intensa.
- Temperaturas altas o ambientes muy secos.
- Fiebre o enfermedades gastrointestinales.
- Consumo elevado de café o alcohol (que tienen efecto diurético).
También es importante recordar que no toda el agua proviene de bebidas: frutas, verduras, sopas y jugos naturales aportan una parte significativa de la hidratación diaria.
3- Cómo reconocer la deshidratación
La deshidratación ocurre cuando el cuerpo pierde más líquidos de los que ingiere. A veces, los signos son sutiles y se confunden con cansancio o distracción. Entre los síntomas más comunes se incluyen:
- Sed intensa o sequedad bucal.
- Dolor de cabeza o mareos.
- Fatiga o dificultad para concentrarse.
- Orina escasa o de color oscuro.
- Piel seca o pérdida de elasticidad.
Incluso una leve deshidratación del 1-2% del peso corporal puede afectar el rendimiento físico y cognitivo, reduciendo la capacidad de concentración y aumentando la sensación de estrés o irritabilidad.
4- Hidratación y rendimiento físico
Durante la actividad física, el cuerpo pierde agua y sales minerales a través del sudor. Si no se reponen adecuadamente, el rendimiento disminuye y aumenta el riesgo de calambres, fatiga o golpes de calor.
Por eso, los expertos recomiendan hidratarse antes, durante y después del ejercicio. No hace falta esperar a sentir sed para beber: ese es ya un signo de deshidratación. Las bebidas isotónicas pueden ser útiles en entrenamientos prolongados o en condiciones de mucho calor, ya que ayudan a reponer electrolitos como sodio, potasio y magnesio.
5- Hidratación y salud mental
El impacto del agua no se limita al cuerpo: también influye en la mente. Diversos estudios han demostrado que una adecuada hidratación mejora la concentración, la memoria y el estado de ánimo.
La deshidratación leve puede aumentar la sensación de ansiedad, fatiga y confusión mental. Por el contrario, mantener una ingesta regular de agua favorece la claridad mental y el equilibrio emocional, contribuyendo al bienestar general.